El consumo habitual de refrescos azucarados sobreexige al páncreas y conduce a trastornos que elevan el riesgo cardiovascular, advierten expertos.
El consumo regular de bebidas y jugos endulzados con azúcar en la infancia puede tener un amargo desenlace.
Según una revisión de 11 trabajos científicos que involucraron a más de 300 mil niños y adolescentes, tomar uno a dos vasos diarios de refrescos azucarados aumenta en 26% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y en 20% el de manifestar síndrome metabólico, un conjunto de cuadros que incluye hipertensión, resistencia a la insulina y obesidad abdominal y que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes.
Aunque estudios previos habían mostrado una asociación entre el consumo de bebidas y mayor riesgo de obesidad y diabetes tipo 2, el estudio publicado ayer en la revista Diabetes Care es el primero que hace una revisión cuantitiva de los estudios más completos a la fecha.
Los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard destacan que mientras existen otros factores que influyen en el desarrollo de diabetes tipo 2 y síndrome metabólico en la infancia, el consumo de refrescos azucarados representa un factor fácilmente modificable que si se reduce causará un importante beneficio a la salud cardiovascular y dental.
Exceso de azúcar
El fenómeno no es ajeno a Chile, uno de los tres países que a nivel mundial lideran el consumo de bebidas.
"Hoy los pediatras están viendo que los casos de diabetes tipo 2 (asociada a obesidad) están siendo más frecuentes que los de tipo 1 o juvenil", destaca la doctora Andrea Sepúlveda, endocrinóloga y diabetóloga de la Clínica Santa María.
La especialista destaca que la ingesta regular de líquidos azucarados "es un estímulo exagerado para el páncreas, que lo obliga a producir mayor cantidad de insulina para mantener la glucosa en la sangre dentro de un rango normal. En personas con predisposición genética esto termina por provocar un agotamiento del páncreas, lo que conduce a resistencia a la insulina y conlleva luego a diabetes tipo 2".
La doctora Ximena Vásquez, nutrióloga infantil de la Clínica Indisa, destaca que el problema se agrava por las altas tasas de obesidad y sedentarismo de la población escolar. "Es fundamental cambiar estos hábitos, porque sabemos que un niño que hoy presenta síndrome metabólico, en menos de 10 años desarrollará diabetes".
El llamado es a "volver a como era antes, cuando las bebidas se tomaban sólo en ocasiones especiales". Además, sugiere "acostumbrar a los niños a beber agua y si toman jugos, diluirlos bastante para que el niño se acostumbre a dulzores bajos".
Publicado el 28/10/2010
Fuente: El Mercurio
|